El viernes pasado falleció en París, a los 89 años de edad, Armand Mattelart, sin duda uno de los principales estudiosos del tema de la comunicación de masas y los medios que la vehiculizan. Se graduó en Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) en 1960 pero casi de inmediato se trasladó a París y en la Sorbona obtuvo una diplomatura en Demografía. En 1963 llega a Chile, como profesor de la Universidad Católica desde cuya cátedra será el autor de varios libros sobre la sociedad chilena, y en especial sobre la temática de la integración social, la dinámica demográfica subyacente a los procesos de urbanización y su impacto sobre la política, la juventud y las mujeres de ese país. En 1965 publicó el Atlas Social de las Comunas de Chile una obra pionera en la cual se compilaban y analizaban los datos socioeconómicos y censales de las comunas de Chile (alrededor de 300) abriendo la posibilidad de analizar en profundidad las bases sociales de las fuerzas políticas en pugna con miras a la futura elección presidencial que tendría lugar en ese país 1970. Fue la riqueza de ese informe la que, como estudiante de la FLACSO, me permitió elaborar una tesis de maestría en la cual se demostraba que una victoria de la izquierda en la próxima compulsa electoral no sólo era posible sino también, bajo ciertas condiciones, probable. En el marco del gran proceso de movilización política que signaba a Chile en la segunda mitad de los sesentas Mattelart, un refinado observador de las realidades de su tiempo, redefinió su agenda de investigación instalando el tema de la dominación cultural del imperialismo, la ideología y la comunicación social como el objeto central de sus preocupaciones. Quiebra, con sus aportes, al rígido economicismo que por entonces caracterizaba a la izquierda latinoamericana y ofrece un contenido empírico concreto en apoyo a las primeras reflexiones sobre la hegemonía cultural e ideológica suscitadas a partir de la llegada del legado gramsciano a nuestra región. Ya en 1968 Mattelart estaba enfrascado en un estudio sobre el nefasto papel que el diario El Mercurio y sus terminales en la radio y la televisión desempeñaban en la vida política chilena, vertiendo toda clase de mentiras y fake news sobre las masas populares chilenas con el propósito de confundirlas, desmoralizarlas y desmovilizarlas. Una vez que Allende fuera electo presidente el oligopolio comunicacional que prevalecía sin contrapesos en Chile redobló sus ataques contra el gobierno de la Unidad Popular y la figura de su presidente. Medio siglo más tarde salieron a la luz los motivos de tanto encono: los documentos desclasificados de la CIA demostrarían que El Mercurio y su director Agustín Edwards Eastman eran meros operadores de “la agencia” que combatían sin tregua al gobierno de la Unidad Popular y luego exaltaron obscenamente al régimen pinochetista en contraprestación a las grandes sumas de dinero con las que la CIA recompensó durante largos años su “celo democrático.”
Respuesta a estos feroces ataques del sicariato mediático fueron dos libros de Mattelart publicados en 1971: Comunicación masiva y revolución socialista, un grueso volumen de más de 300 páginas en coautoría con Patricio Biedma, un joven estudiante argentino militante del MIR de Chile y su compañero de luchas Santiago Funes. Este libro, escrito un par de años antes de su demorada publicación sería el prólogo de su celebérrimo Para leer el Pato Donald, escrito en co-autoría con Ariel Dorfman, y que, según sus autores, fue concebido como un “manual de descolonización” cultural e ideológica que develaba el contenido aparentemente inocente de la obra de Walt Disney y exhibía a la luz del día su sutil glorificación del capitalismo con sus millonarios inteligentes, Rico Mac Pato, Donald como el trabajador sin el menor atisbo de conciencia de clase y Margarita como la mujer hiper consumista en una sociedad en donde cualquiera puede ser millonario. Esta obra, publicada también en 1971, es una ilustre precursora de los estudios culturales y de las corrientes descoloniales que en medio de grandes resistencias del pensamiento dominante en la academia se han abierto paso en las ciencias sociales latinoamericanas y caribeñas. Hoy, a más de cincuenta años de su publicación ese libro conserva una asombrosa actualidad; es un insumo imprescindible para comprender la renovada importancia de la dominación ideológica, potenciada hasta el paroxismo por el desarrollo de la informática y las mal llamadas “redes sociales”, en realidad dispositivos que fomentan el individualismo, la antipolítica y la resignación ante un status quo caracterizado por una insanable y creciente injusticia social. No exageraríamos un ápice si dijéramos que toda la obra posterior de Mattelart, buena parte de ella escrita en colaboración con Michele, su compañera de toda la vida, es un valioso reservorio de estudios y reflexiones sobre el papel de los medios de comunicación de masas en la creación de un “sentido común” subliminalmente conservador que instala la idea de que el capitalismo es la estación final en la evolución histórica de la humanidad y que por consiguiente cualquier intento de combatirlo no sólo está destinado al fracaso sino que abre la puerta a monstruosas realidades sociopolíticas y económicas. Enorme contribución para la comprensión del capitalismo contemporáneo y sus estrategias de soft power. ¡Hasta la victoria, siempre, querido Armand! Sembraste conciencia y saber, y tu obra no fue en vano.

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