18 de octubre de 2025

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El FMI quiere más motosierra

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El Fondo Monetario Internacional volvió a marcar el rumbo de la política económica argentina. En un contexto de extrema vulnerabilidad y negociaciones con el Tesoro de Estados Unidos por los nuevos instrumentos de asistencia, el organismo celebró el respaldo norteamericano, pero exigió al mismo tiempo nuevas reformas estructurales. El mensaje fue claro: el apoyo externo “complementará el programa respaldado por el Fondo”, pero el país debe “redoblar los esfuerzos” para acumular reservas, profundizar la disciplina fiscal y avanzar en los cambios laboral y tributario.

El pronunciamiento llegó a través de Nigel Chalk, quien asumirá a fin de mes la dirección del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, en reemplazo de Rodrigo Valdés. “Agradecemos el apoyo de nuestros socios, incluyendo el Tesoro de los Estados Unidos y el Banco Mundial. Estamos comprometidos a trabajar con ambas partes para apoyar la estabilidad y el crecimiento en la Argentina”, sostuvo Chalk durante una conferencia en Washington. Según el funcionario, el respaldo norteamericano “está ayudando a estabilizar los mercados” y acompañará el programa vigente con el país.

En paralelo, el FMI difundió su informe de Perspectivas Económicas Regionales del Hemisferio Occidental, donde pidió avanzar con las reformas laboral y tributaria y “abordar las deficiencias de gobernanza”. Según el documento, es “vital realizar esfuerzos adicionales” para reformar los mercados de trabajo y los sistemas impositivos, con el objetivo de “abordar la informalidad e impulsar la productividad”. También recomendó cerrar “brechas críticas de infraestructura y habilidades”, al tiempo que destacó que la Argentina “continuará avanzando para frenar la inflación” a pesar de la reciente depreciación del peso.

No tan conformes

El reporte fue difundido en el marco de la reunión anual del Fondo en Washington, con una visión ambivalente respecto a la administración Milei: por un lado, elogió las políticas de ajuste aplicadas por el Gobierno; por el otro, redujo sus proyecciones de crecimiento y elevó las de inflación. Según el organismo, la economía argentina crecerá 4,5 por ciento este año, un punto menos que lo estimado en julio, mientras que la inflación promedio se ubicará en 41,3 por ciento, cinco puntos más que el pronóstico anterior. Para 2026, prevé un avance del producto del 4 por ciento y una inflación de 16,4.

La contradicción es evidente: mientras pide acelerar las reformas, el propio FMI reconoce que el crecimiento se moderará y que la inflación será más alta de lo previsto. Aun así, insiste en la necesidad de “mantener el ancla fiscal, fortalecer el marco monetario y aumentar los colchones de reservas”, con el objetivo de asegurar un “acceso duradero a los mercados internacionales de capital”.

El organismo de crédito también elevó su estimación de desempleo: prevé que la tasa llegará a 7,5 por ciento hacia fin de año, cuando en julio proyectaba 6,3. Para 2026, la cifra bajaría a 6,6, aunque aún por encima del pronóstico previo. En su evaluación, reconoció que las políticas fiscales y monetarias restrictivas aplicadas en la Argentina “han respaldado la transición a un régimen cambiario más flexible”, pero advirtió que la actividad económica “se ha desacelerado significativamente” como consecuencia de los shocks y la incertidumbre política.

Pulgar arriba al ajuste

Entre los aspectos que destacó como positivos, el documento valoró la reducción de barreras comerciales y la digitalización de trámites aduaneros. También subrayó el rol del nuevo Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), que según el planteo habría asegurado compromisos por más de quince mil millones de dólares en sectores como energía y minería. En materia laboral, la fórmula sigue siendo la flexibilización: celebró la extensión de los períodos de prueba para las nuevas contrataciones y la simplificación del régimen impositivo de los trabajadores independientes, medidas que considera necesarias para “modernizar el mercado de trabajo”.

En la misma línea, el Fondo elogió la “transformación del Estado” impulsada por el Gobierno: la conversión de empresas públicas en sociedades anónimas, el cierre de fondos fiduciarios y la racionalización de entidades: estas acciones “mejoran la eficiencia y la transparencia”.

Economía normal, según el FMI

Las valoraciones positivas se completaron con un mensaje de Kristalina Georgieva, directora del organismo, quien en una entrevista reciente consideró que existe “un cambio genuino para mejor” en la Argentina y que persiste un “apoyo bastante fuerte” en el país para avanzar hacia “una economía normal”.

En los hechos, el FMI combina en su discurso dos dimensiones contrapuestas: el reconocimiento a las políticas de ajuste y la constatación de que los resultados macroeconómicos continúan deteriorándose. Las exigencias de “anclar el gasto”, “acumular reservas” y “reformar los mercados laborales” replican las viejas recetas del organismo, mientras el impacto social y productivo de esas medidas se profundiza.

En el cierre de la conferencia en Washington, Chalk intentó restarle dramatismo a la cantidad de consultas sobre el caso argentino. “Me sorprenden tantas preguntas sobre la Argentina”. Su respuesta, sin embargo, no dejó dudas sobre la orientación del Fondo: la estabilidad sólo llegará, una vez más, por el camino del ajuste.

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