Diversos análisis ya demostraron que el ciclo recesivo alimentado por la devaluación de diciembre de 2023, más el shock inflacionario que provocó en los tres meses posteriores, no se resolvió con un rebote y recuperación (una trayectoria económica con forma de V corta) como prometía el gobierno. Al contrario, tras la caída inicial y un período siguiente de estancamiento (en forma de L mayúscula, gráficamente), lo que ocurrió a partir de abril de este año fue una profundización de la crisis y recesión. El reflejo inmediato fue (y sigue siendo) la caída en el poder adquisitivo y, consecuentemente, en el consumo; menor actividad en gran número de actividades productivas (con cierre de empresas o conversión de productores a importadores) y escasísimo nivel de actividad en el comercio.
Sin embargo, esta semana se dieron a conocer las estadísticas oficiales de la evolución del nivel de actividad hasta agosto (el EMAE, del Indec) que muestran un «crecimiento interanual» (es decir, respecto del año pasado) del 2,4 por ciento al mes de agosto. ¿Cómo se explica semejante distancia entre la percepción de la realidad en los análisis y esta conclusión de las estadísticas oficiales? ¿Están totalmente «dibujados» los índices?
No. Pero quizás habría que decir que el EMAE dejó de ser un buen reflejo del nivel de actividad económica, porque quedó «viejo» (como pasa con otros índices). Aunque el EMAE dice otras cosas de la economía argentina que merecerían prestarle atención. Sobre todo, cuando después de estas elecciones haya que pensar a qué país se aspira.
Hoy estamos en un país dominado por la especulación financiera, que crece en forma geométrica, mientras se desvanece la producción y el consumo de bienes. Esto también lo dice el EMAE, el índice oficial del Indec, pero leyéndolo más allá de las primeras líneas. Veamos.
Formalmente, se dice que el EMAE (estimador mensual de actividad económica) «se calcula sumando el valor agregado de todas las actividades económicas más los impuestos netos de subsidios». Se trata «de un indicador provisorio del PBI, que anticipa su evolución en base a información de sectores específicos como finanzas, minería, agro, industria y comercio».
Un dato importante: el «valor agregado económico» es todo lo que le suma en valor una empresa o una economía al producto (bien o servicio) que elabora y vende. Para una empresa financiera, ese valor agregado está dado por la diferencia entre su costo en obtener el dinero (que es su producto) y el precio al que lo vende. Es decir, cuanto más alta sea la tasa de interés que cobra, definido ya el costo en obtenerlo, mayor será el «valor agregado» por esa empresa financiera.
Que el mayor aporte al aumento de la actividad económica anual en agosto haya sido dado por la Intermediación financiera, que creció un 26,5 por ciento, no debería entonces sorprendernos. El segundo sector aportante al aumento del EMAE fue Explotación de Minas y Canteras, con un alza interanual del 9,3 por ciento. Más llamativo es que el tercer aporte al crecimiento del índice provenga del rubro «Impuestos netos de subsidios», pero como por definición los impuestos que se incorporan al precio (como IVA e Ingresos Brutos) son «valor agregado», estadísticamente son parte del PBI. Y en este caso, con un aumento interanual del 8,7 por ciento, muy por encima del resultado que obtuvieron otras actividades que podrían considerarse más relevantes para medir «el crecimiento de la economía».
Tal es el caso de la Industria manufacturera, que en agosto exhibe una caída interanual del 5,1 por ciento; el Comercio (mayorista, minorista y reparaciones, incluso), con un descenso anual del 1,7 por ciento. Y Agricultura y Ganadería, que tuvo un retroceso del 1,4 por ciento.
Si tomáramos como referencia sólo estos tres sectores (industria, agro y comercio) como descripción de la realidad económica, podríamos afirmar, con las mismas estadísticas oficiales, que la economía cayó en el último año entre 2,5 y 3 por ciento. Pero el EMAE promedia esos datos (los mete en la misma bolsa) con los de Inrtermediación Financiera y Recaudación de impuestos netos, obteniendo así un crecimiento interanual del 2,4 por ciento por resultado.
No es un dibujo de quienes hacen el cálculo. Pero sí un relato falso decir que no hay recesión y que la economía está creciendo. Si el modelo económico empuja hacia arriba las tasas de interés vía carry trade, para atraer capitales especulativos, es imaginable que la consecuencia sea una fenomenal transferencia de ingresos desde los sectores productivos (incluído el campo) a favor del sector financiero. «Lo que dejaron de producir unos (bienes industriales y servicio de ventas en el comercio) más que se compensa con el aumento del «valor agregado» por otros (rentas financieras extraordinarias).
Es lo que muestra el EMAE, para quien se tome el trabajo de verlo.

Más historias
6 de cada 10 pymes operan sin ganancias
Argentina, laboratorio favorito del JP Morgan
Bessent subido al discurso libertario