29 de septiembre de 2025

Colinental

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Más ajuste por la retención 0

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Para alcanzar la meta de superávit fiscal del 1,5 por ciento del PBI prevista para 2025, el gasto del sector público deberá contraerse un 0,7 por ciento real respecto de 2024, como consecuencia de la merma en los ingresos que provocó la baja temporal de las retenciones. En el escenario original, se preveía un leve crecimiento del gasto de 0,4 por ciento tras un año en el que ya había tocado mínimos históricos. En definitiva, obtener dólares hoy con fines electorales implicará un ajuste aún mayor mañana, y será en las urnas donde se verá qué pesa más para el electorado: el dólar barato o una recesión autoinducida.

Durante la semana, el Gobierno se mostró decidido a frenar la corrida cambiaria que había tomado un cariz preocupante hacia el cierre de la anterior. La respuesta fue un anuncio apresurado: llevar las retenciones a cero. En este escenario, el foco pasa por medir el impacto de la pérdida de recaudación sobre las cuentas públicas. Si el Gobierno busca compensar la merma con un ajuste adicional, el recorte recaerá sobre el gasto, y si no lo hace, se resentirá el resultado fiscal primario. De una u otra forma, el daño fiscal ya está hecho: la incógnita es cómo intentará el oficialismo reacomodar el balance.

El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) realizó este análisis partiendo de un escenario base donde el sector público obtiene un superávit primario de 1,5 por ciento del PBI en 2025 (versus uno de 1,8 por ciento en 2024). Sin la baja de retenciones, para sostener ese resultado, el gasto primario computaría un incremento de 0,4 por ciento real contra 2024, pero con la eliminación temporal de los derechos de exportación, la variación real interanual del gasto deberá ser negativa por 0,7 por ciento.

En tanto, la evolución en los ingresos tributarios pasaría de un leve aumento de 0,1 por ciento proyectado para 2025 a una disminución de 0,9 por ciento con la baja de las retenciones.

En todos los casos el superávit financiero sería de 0,3 por ciento del PBI.

Los datos del Iaraf muestran que, en un escenario donde el Gobierno mantiene su compromiso con la meta de superávit primario, la baja temporal de retenciones se compensa con más ajuste del gasto público entre septiembre y diciembre. Se trata de un corolario poco favorable en los meses previos a una elección legislativa, motivo por el cual, según trascendió en informes elevados a autoridades de Estados Unidos, el propio Gobierno se mostraría cauto respecto de sus posibilidades electorales.

El mercado cambiario

La anterior semana el tipo de cambio mayorista alcanzó el techo de la banda por primera vez y el Banco Central debió desprenderse de 1.100 millones de dólares en apenas tres jornadas, a ese ritmo las liquidaciones últimas del agro apenas alcanzan para llegar a fines de octubre. Aún así —y bajo la premisa de que la mejor política financiera es la que no se acciona— el Gobierno logró atenuar las expectativas del mercado con el respaldo contundente de Estados Unidos. El riesgo país se redujo en más de 500 puntos, bajaron las tasas de interés en pesos y el dólar volvió al rango de los 1.350 pesos.

Se puso sobre la mesa la posibilidad de un swap por 20.000 millones de dólares (análogo al vigente con China), la disposición a adquirir deuda soberana después de los comicios y el otorgamiento de un crédito significativo a través del Exchange Stabilization Fund (ESF, esta opción debería pasar por el Congreso de la Nación). Todo esto se presume implicará un costo en términos de recursos naturales o geográficos estratégicos, tal como sucedió con el uso del ESF en el caso mexicano durante los años 90.

Dinámica del gasto primario

El análisis del Iaraf también distingue entre el comportamiento del gasto primario indexado y no indexado. El primero está formado principalmente por el gasto en jubilaciones y pensiones contributivas (sin bono compensatorio), asignación universal para la protección social y pensiones no contributivas. Advierte que en el año crecería un 14 por ciento real, variación que se explica en buena medida por la baja base de comparación (en los últimos meses sólo crece 5,3 por ciento porque el mismo período de 2024 ya incorpora la ley de movilidad, y respecto de 2023 el gasto en jubilaciones y pensiones todavía está 4 por ciento abajo).

Sin embargo la dinámica de los gastos no indexados es bien diferente. Estas erogaciones comprenden la masa salarial, programas sociales, prestaciones del PAMI, subsidios a la energía, bienes y servicios, inversión real directa y resto. En un escenario donde la baja temporal de las retenciones no se compensa con un ajuste mayor del gasto, estas partidas caerían 10 por ciento real respecto de 2024. Pero con el ajuste deberían hacerlo un 16 por ciento real interanual, que es una magnitud preocupante.

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