Los nombres de Brenda, Morena y Lara están bordados en una tela de colores en la bandera de arrastre que no solo encabeza la marcha: contiene a los familiares y afectos de las tres chicas asesinadas hace una semana, cuyos cuerpos fueron encontrados descuartizados en una casa de Florencio Varela. Las familias que hace días cargan con un dolor intransferible llegan a las cuatro de la tarde a la zona de Plaza de Mayo en un día de septiembre que no tiene nada de primaveral: hay duelo pero también bronca. La última noticia que recibieron es el nombre de un presunto autor intelectual y líder narco, «Pequeño J». Organizaciones feministas, sindicatos, partidos políticos y una enorme cantidad de personas autoconvocadas se reunieron a repudiar el triple femicidio de Morena Verdi, Brenda Loreley Del Castillo y Lara Morena Gutiérrez.
La multitudinaria marcha culminó con incidentes. Cuando la cabecera de la movilización llegaba a las inmediaciones del Congreso, se produjo una represión policial contra un grupo de manifestantes que acompañaba a los familiares de Lara, Morena y Brenda. Sucedió luego de una discusión con el periodista Robertito Funes (LN+). La madre de Morena, una de las víctimas del triple femicidio, es una de las personas agredidas por la policía.
La reacción de convocar a manifestarse por el triple femicidio fue inmediata, sobre todo porque los relatos que ponen el ojo en las víctimas brotaron como pan caliente luego de que el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Javier Alonso, explicara que se había tratado de un hecho inscripto en el crimen organizado: las chicas habían sido torturadas y descuartizadas luego de ser engañadas y llevadas a una vivienda de Florencio Varela por un ajuste de cuentas narco. Se cumple poco más de una semana de este hecho aterrador y la respuesta de la movilización callejera fue contundente: el mismo miércoles que se conocieron los hechos, tanto las familias como diferentes sectores feministas, convocaron a concentraciones que este sábado se tradujeron a más de 30 convocatorias en todo el país.
«Es todo una pesadilla de la que no podemos despertar. Que caiga quien tenga que caer. More era como una hermana para mí y con Brenda éramos muy unidas. Me chupa un huevo qué hicieron o no hicieron. Hicieron su vida como cualquier adolescente”, dice Milagros Del Castillo, prima de Morena que vive en Mar del Plata desde hace tres años y encabeza la marcha en la ciudad costera.
“Es importantísimo que hayamos salido tan rápido porque las mujeres sabemos que la única forma de defender nuestros derechos es peleando. Y si no hubiésemos salido a decir rápidamente que fueron tres femicidios, hoy la causa sería tratada de una manera muy diferente”, advierte la referente del Frente de Izquierda, Myriam Bregman: “Fue importantísima la reacción y ponerle un encuadre a este crimen atroz diciendo que había un componente importantísimo por el hecho de que las víctimas eran tres mujeres, tres pibas jóvenes”, sostiene.
El dolor de la familia
«Cuando los medios se retiran, la policía abre y deja pasar los autos, que se nos tiran encima con saña, pero no vamos a dejar de marchar hasta que nos traigan a los verdaderos responsables», dice Sabrina, madre de Morena, en relación a las manifestaciones que hicieron durante estos días.
La cabecera de la marcha en la Ciudad de Buenos Aires fue abrazo y contención al dolor. Además de los nombres de las chicas había una bandera que llevaban organizaciones de base que militan todos los días en el barrio de Flores: “Nuestras vidas no son descartables”. Entre ellas armaron el cordón para hacer espacio entre la prensa y la cabecera con los familiares. Detrás, una multitud que intercalaba cantos feministas y momentos de silencio.
Juli vive en la 21-24, es militante social y supo estar muy presente en las marchas feministas desde 2015 hasta hoy. Explica que la organización en los barrios está rota porque no pueden dejar de ocuparse de lo urgente que es tener un plato de comida. Fueron a la Plaza de Mayo porque la historia de las chicas les queda muy cerca: “Nosotras vimos cómo las organizaciones narco avanzan en el barrio y el saldo son los pibes y las pibas, de eso no hay duda. La forma que tenemos de que esto no siga pasando es que nos volvamos a organizar desde abajo”, remarca.
Las familias y los afectos de las chicas expresaron su dolor desde que se conoció la noticia: no dudaron en trasladarse desde La Matanza hasta Plaza de Mayo para estar presententes en la convocatoria que fue organizada el miércoles, a partir de que organizaciones feministas se juntaron a repudiar el crimen en Plaza Flores, lugar donde las chicas trabajaban. Enseguida se apuntó a dos frentes: el político en relación a qué jurisdicción le pertenece el crimen -capital o provincia- y el estigmatizante que se pregunta ante todo «¿quiénes eran las víctimas?», como si eso pudiera calibrar la gravedad del crimen. Así fue como esas mismas organizaciones levantaron la consigna este sábado: “No hay buenas ni malas víctimas, hay femicidios”
“Nadie puede hacerse el sorprendido porque crezca el negocio narco en gran escala cuando en nuestro país, en los últimos años, se ha ido incrementando una legislación que favorece el lavado narco; ese negocio no puede funcionar sin mecanismos de lavado de dinero y en la Argentina se aprobó ya hace unos años una ley donde se permite armar sociedades de forma simplificada, que rápidamente fue utilizada por el narconegocio. Esto lo denunciamos en el debate presidencial del año 2023”, agrega la candidata a diputada nacional Myriam Bregman.
“La condición de posibilidad de que suceda esto también está dada por un gobierno que incita a la violencia, no es novedad que maten a las mujeres, que encima sean de una clase social baja, y que se ponga en cuestión su trabajo. Lo que sí empieza a suceder es que la violencia está cada vez más avalada”, señala Noel Correbo, docente en una escuela pública de La Plata que se acercó a la marcha.
Los feminismos organizados
A pocas cuadras de donde llega la cabecera al Congreso, está terminando la primera función del día de la película seleccionada para representar a Argentina en la preselección para los premios Oscar: se trata de “Belen”, un film que narra la historia de criminalización de una mujer tucumana por tener un aborto espontáneo en 2016. También hace pocas horas se estrenó el documental sobre Ricardo Barreda -el odontólogo que en los 90 acribilló a su suegra, hijas y esposa- donde está el testimonio de Gustavo Cordera afirmando que «cualquiera se puede equivocar y cometer un asesinato». También para este mismo sábado estaba convocada una actividad por los 20 años de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Seguro y Gratuito, que estuvo presente en la marcha: el contexto pone al movimiento feminista en el centro.
“Me gustó la película, fue bastante reparadora en medio del horror en el que estamos”, dice una de las chicas que sale del cine y aprovechó la función del Gaumont para ver la película y ensamblar el plan con la marcha convocada hace apenas 48 horas, luego que la policía encontrara en Florencio Varela los cuerpos descuartizados de las tres chicas.
“A nosotras siempre nos ponen la lupa en lo chiquito, en cómo una piba se rebuscó la vida para llevar un plato de comida a su casa. Y eso se convierte en un juicio moral. Dicen de todo, pero nunca hablan de lo que de verdad nos condena, que es la pobreza estructural”, expresa la diputada nacional Natalia Zaracho. “Es mucho más fácil culpar a una piba por cómo se defiende del hambre, que señalar a los que generan el hambre. Nosotras sabemos que las pibas no eligen vivir así, es la falta de oportunidades, la exclusión sistemática, el abandono del Estado”, dice en diálogo con Página/12.
“Yo sigo viviendo en Fiorito y denuncio a los transas. Y no es joda, pero tenemos que tener el coraje, porque eso es lo que está pasando. Están matando a los pibes y naturalizamos eso”, dice Zaracho y agrega: “Tenemos que discutir el tema y no politizarlo para sacar una ventaja, pero sí decirlo con claridad, porque la propuesta que nos están ofreciendo del otro lado es el candidato más narco que tenemos, Espert”, explica.
«Le pedimos a la sociedad que tenga más empatía con Lara, tenía 15 años, basta de tanto morbo con mi sobrina. Era una niña que no tuvo tantas oportunidades como otras chicas. Pero aún así me voy más fortalecida de esta marcha», decía Karen, tía de Morena, cerca de las siete de la tarde, poco antes de emprender el regreso. Es evidente que la calle fortalece, incluso cuando no se trate de personas que estén acostumbradas a manifestarse, de esto vienen dando cuenta las marchas feministas en las últimas décadas.
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