La centralidad que ha tomado la presencia de China en las economías de América latina, donde históricamente han pisado más fuerte Europa y luego los Estados Unidos, es el eje de la tensión con las potencias occidentales, que se refleja con toda intensidad en la Argentina actual. Pero además, despierta preguntas acerca del modo de vinculación entre la potencia asiática y los países vecinos.
¿Se trata de una relación de tipo «centro-periferia» que reproduce los riesgos y los desafíos de la vinculación con los países desarrollados de Occidente o es un win-win? Estos interrogantes vienen al caso particularmente para la Argentina, que ha desarrollado en los últimos quince años una estrecha relación con China y que ahora dicho vínculo entra en «veremos», en medio del apoyo norteamericano y la presión para reducir la presencia del gigante asiático en el país.
Página/12 conversó al respecto con el académico uruguayo Ignacio Bartesaghi, doctor en Relaciones Internacionales y director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica de Uruguay, y participó de un encuentro con Xie Wenze, investigador del Instituto de América latina de la Academia China de Ciencias Sociales.
Expansionismo y desafíos
«China no es expansionista, nunca lo fue. Tiene enfrentamientos territoriales, como tienen todos los países, pero en sus propias zonas de influencia. La presencia de China en el mundo es económica, es industrial y comercial. Es una influencia a la cual se le puede decir que no como país soberano. Ahora, cuando hay una invasión militar no se puede decir que no. Y las invasiones militares estuvieron históricamente en manos de occidente, no en manos de China», considera Ignacio Bartesaghi.
Entre los principales desafíos económicos que presenta la relación entre China y América latina, de acuerdo a Xie Wenze, está la disparidad entre los productos que exporta la región, mayormente primarios, y los bienes industriales que normalmente se importa desde China. La contracara de ese comercio desbalanceado es, con algunas excepciones, el déficit comercial que sufren los países vecinos, incluida la Argentina.
Sin embargo, Wenze destaca la enorme dinámica de la relación comercial: entre 2001 y 2024, la economía china se multiplicó por cinco, mientras que las importaciones chinas desde América latina se multiplicaron por 30. Y agrega que las proyecciones marcan un incremento del 40 por ciento para 2030 respecto de los valores del año pasado.
Trampa del desarrollo
El desbalance del comercio (exportación de bienes primarios versus importación de bienes industriales) se encuadra en un esquema ya clásico para América latina, que desde un sector de la academia se cataloga como una «trampa de desarrollo».
Sin embargo, Bartesaghi cuestiona ese enfoque: «¿Qué le ha pasado a Australia con China? Australia le vende a China todos los productos alimenticios, le vende minería, y a partir de ahí saltó con inversiones en minería y con servicios en minería. Hacen una brutal exportación de servicios de educación a China. Creo que para nuestra región hay una potencialidad de vender alimentos preparados y tecnológicos. Tenemos que entender a China como puerta de entrada también en la cadena de valor de Asia, porque entrar a China supone entrar al sudeste asiático, supone entrar de cierta forma a Japón y a Corea. Tenemos que pensar en servicios, en cooperación».
Neo-Colonialismo
Una de las diferencias centrales que los especialistas establecen entre la relación de América latina y China y los Estados Unidos es la condicionalidad política de los programas de deuda y de apoyo en general norteamericanos, tal como se observa actualmente respecto del salvataje de Donald Trump en favor del gobierno de Javier Milei, en donde el desplazamiento de China parece ser un factor importante dentro del acuerdo entre ambos gobiernos.
Pero también funciona una lógica parecida, de intervencionismo en lo político, respecto de los acuerdos de deuda con el FMI, en donde el programa apunta directamente al condicionamiento de la política económica en favor de los intereses del Fondo.
En cambio, los préstamos país-país de China e incluso el swap de monedas, no contienen condicionalidades políticas. Esto se encuadra en la caracterización de Wenze respecto de la lógica de vinculación de China con el resto del mundo: «1) Independencia soberana e integridad territorial; 2) Oponerse al hegemonismo y el unilateralismo; 3) Salvaguardar conjuntamente el multilateralismo y 4) Promover conjuntamente la reforma del sistema de gobernanza global», indica.
Pero además, Wenze remarca que el comercio entre China y América latina se realiza en dólares, lo cual en los hechos mantiene la hegemonía norteamericana, sumado al hecho, destaca, que los precios de los commodities mayormente comercializados se definen en las bolsas de comercio de Chicago y otras de Occidente.
¿Quién da más?
En los últimos años, la mirada común de analistas e incluso desde la propia política era que Estados Unidos pedía mucho y daba poco, y que China daba mucho y pedía poco. El propio Milei, en su entrevista con Mirtha Legrand del año pasado, se mostró sorprendido porque «los chinos no exigen nada, solo piden que no los molesten».
Habrá que ver si esta situación da un vuelco con la reciente intervención de Estados Unidos en Argentina. Por lo pronto, y al margen de la actual tensión geopolítica en la cual quedó inmersa la Argentina, pocos dudan de que China tiene mucho para ofrecer. «Creo que China puede otorgarle a América Latina transferencias tecnológicas de primera importancia, cooperación, inversiones, de hecho ya hay muchos ejemplos de ello. Desarrollo de infraestructuras que no se tendrían de otra forma. La lógica de China es la cooperación. Es el pragmatismo de decir yo me abro con Occidente para cumplir mis propios objetivos. Que son, obviamente, sacar a millones y millones de personas de la pobreza».
En tanto Wenze asegura que «China importará más productos de calidad desde América latina, animará a sus empresas a aumentar las inversiones en la región y para apoyar el desarrollo de los países de la región, proporcionará una línea de crédito valorada en más de 9 mil millones de dólares estadounidenses».
Los países de América latina deberán seguir navegando en las aguas turbulentas de la disputa entre Estados Unidos y China. «Hay que hacer una buena lectura desde Occidente de lo que está ocurriendo en China, porque no va a ser posible evitar que se transforme en la primera potencia a nivel mundial. Occidente busca bloquear en lugar de cooperar y eso es un error», cierra Bartesaghi.

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