El reciente auxilio del Tesoro de Estados Unidos al gobierno de Javier Milei generó una oleada de optimismo financiero. Barclays celebró la medida como “casi sin precedentes” y reconoció que podría funcionar como un estabilizador clave frente a escenarios de fuerte depreciación, inflación o fuga hacia el dólar. Sin embargo, en un análisis más profundo difundido poco después, advirtió que esa intervención —que ya empieza a llamarse “efecto Bessent”— podría quedar como un “truco de campaña” si no logra sostenerse en el tiempo.
Para Barclays, el respaldo estadounidense tiene valor simbólico y real: aporta liquidez, confianza y un dique frente a expectativas negativas. No obstante, el banco identifica cuatro focos de riesgo que podrían debilitar los efectos positivos de esa estrategia. El primero es la sospecha de maniobra electoral. Aunque la entidad descarta que el Tesoro estadounidense esté operando con fines exclusivamente políticos, reconoce que un retroceso en la votación local pondría en jaque credibilidad y reputación del organismo.
El segundo punto es la sustentabilidad macroeconómica: un tipo de cambio artificialmente contenido y un peso sobrevaluado podrían generar desequilibrios estructurales que terminen forzando una corrección dolorosa, reconocen. El tercer foco apunta a la persistencia del respaldo tras los comicios: el informe destaca que si Milei no logra capitalizar políticamente esa externalidad favorable, el auxilio podría diluirse rápidamente. Finalmente, advierte que el gobierno podría verse obligado a aplicar controles cambiarios temporales para contener corridas de capital ante la debilidad institucional o la presión de dolarización, es decir un regreso del “cepo”.
El informe de Barclays tiene un tono optimista, calificando al salvataje norteamericano como una medida “casi sin precedentes” en la historia reciente. Pero a su vez remarcan que su efectividad dependerá de la consistencia política del proyecto de La Libertad Avanza por comicios. La intervención externa del Tesoro norteamericano es un respiro frente a escenarios de escalada cambiaria e inflación en Argentina, sostiene el banco inglés, pero el “efecto Bessent” podría convertirse en una trampa si no se sustenta.
También el FMI abogó en una dirección similar, al afirmar que el Gobierno debe abrir la gestión a nuevos aliados que consoliden el rumbo.
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