28 de septiembre de 2025

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Tropas en Portland: nueva escalada en la guerra antiinmigrantes de Trump

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Una carta firmada por más de 110 referentes de Portland, Oregon, fue publicada este domingo para expresar el rechazo generalizado al anuncio del presidente estadounidense, Donald Trump, sobre el inminente despliegue de tropas en esa ciudad del noroeste del país. 

En un mensaje en su red social, Truth Social, el magnate republicano anunció que, bajo pedido de su secretaria de Seguridad Nacional Kristi Noem, desplegaría la «todas las fuerzas necesarias para defender la asolada Portland«, y autorizó el uso de «fuerza total» para proteger las instalaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) , en medio de la resistencia frente a sus políticas migratorias.

La respuesta fue inmediata. En menos de 24 horas, más de 110 líderes políticos, comunitarios y representantes del sector privado difundieron una carta en la que piden al gobierno federal que se abstenga de militarizar Portland. La misiva fue firmada por la gobernadora demócrata Tina Kotek, los senadores Ron Wyden y Jeff Merkley, el alcalde Keith Wilson, y numerosas organizaciones sociales y empresariales.

La ciudad no necesita intervención militar”, sostiene el documento, que destaca una mejora significativa en los indicadores de seguridad: una caída del 51 por ciento en homicidios y una reducción del 30 por ciento en hechos de violencia con armas en el último año. “Portland está en proceso de recuperación, y las tropas federales amenazan ese avance”, agrega el texto

Militarización

El sábado por la noche, el canal local KATU registró el arribo de vehículos blindados y personal armado a las inmediaciones del centro de detención del ICE en Portland. También se observaron los primeros incidentes: un manifestante fue detenido, y un agente federal empujó violentamente a otro, sin que mediara una provocación clara.

La decisión de militarizar Portland no es una política aislada. Ya hubo despliegues en Los Ángeles, Washington D.C. y Memphis, todas ciudades bajo gobiernos demócratas. Trump no oculta su intención de avanzar con medidas similares en otras jurisdicciones que tildó de “santuarios” de la violencia, como Chicago, San Francisco y Nueva Orleans.

La carta de Portland descarta esa narrativa. “La retórica del presidente es inexacta y contraproducente para nuestra recuperación. Portland no necesita intervención militar”, señalan los firmantes. También se recuerda el impacto negativo que tuvo la presencia federal durante las protestas de 2020 en la ciudad, tras el asesinato de George Floyd. “La intervención militar infló las tensiones y extendió la duración de las manifestaciones”, argumenta el texto.

En conferencia de prensa, el alcalde Wilson, aclaró que este despliegue federal no fue solicitado ni autorizado por las autoridades locales. “El número de soldados necesarios en Portland es cero, tanto aquí como en cualquier ciudad estadounidense. El presidente no encontrará aquí ni anarquía ni violencia, a menos que planee cometerlas él mismo”, zanjó.

La gobernadora Kotek, por su parte, indicó que se comunicó directamente con el presidente y con la secretaria de Seguridad Nacional, para advertirles que el envío de tropas sería ilegal, innecesario y peligroso, pero no recibió detalles ni cronología del operativo. “No hay ninguna amenaza a la seguridad nacional en Portland”, afirmó antes de agregar que había dejado en claro que «Portland y el estado de Oregón creen en el estado de derecho y somos capaces de gestionar nosotros mismos nuestras necesidades en materia de seguridad pública».

Una estrategia conocida

El conflicto entre Portland y el gobierno federal no es nuevo, pero el reciente anuncio eleva la tensión. Trump justifica el despliegue por un supuesto “asedio” contra instalaciones del ICE por parte de “Antifa y otros terroristas domésticos”, aunque no presentó pruebas. Ya el viernes había hablado de “anarquía” y de “locos” intentando incendiar edificios federales al sur de Portland. Según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), manifestantes habrían “atacado y sitiado repetidamente un centro de procesamiento del ICE”.

Desde el Pentágono no han ofrecido detalles sobre cuántas tropas serán desplegadas ni qué funciones específicas cumplirán. “Estamos listos para movilizar personal militar y proporcionaremos actualizaciones cuando estén disponibles”, indicó un portavoz.

En este contexto, Trump firmó recientemente un decreto que designa al movimiento Antifa como “organización terrorista”. La medida preocupa a críticos del gobierno, quienes temen que se use para criminalizar la disidencia. Sin embargo, para figuras como su asesor de Gabinete, Stephen Miller, la amenaza es cada vez más real. “Estamos presenciando una sedición terrorista nacional contra el gobierno federal”, escribió en la red X.

El anuncio también coincide con un tiroteo en una sede del ICE en Dallas, Texas, donde murió un inmigrante y otros dos resultaron heridos. El FBI halló en el lugar un cartucho con la inscripción “ANTI-ICE”, lo que el gobierno considera una evidencia de una escalada organizada.

Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha priorizado una política agresiva contra la inmigración ilegal, lo que el magnate denomina una “invasión” de criminales extranjeros. Alineado con figuras de su gabinete como el propio Miller, y el nuevo director del FBI, Kash Patel, el mandatario insistió en equiparar la protesta social con actos de terrorismo.

En ese marco, las decisiones tomadas respecto a Portland parecen responder tanto a cálculos políticos como a una lógica de confrontación que ya ha tenido consecuencias graves en el pasado. A medida que se acercan las elecciones, la militarización de las ciudades gobernadas por la oposición parece convertirse en un nuevo eje de campaña.

Repudio

En las calles de Portland, el ambiente es tenso pero sin rastros del “estado de guerra” que describió el presidente. En el centro de la ciudad, vecinos paseaban a sus perros o hacían compras mientras eran entrevistados por medios locales. “Lo que dijo Trump es delirante. Parece que nunca pisó esta ciudad”, comentó uno de ellos.

Algunos expresaron temor a una repetición de los hechos de 2020. “Trump está buscando una pelea”, dijo Ocean Hosojasso, residente del área. Otros, en cambio, apoyaron el envío de fuerzas. “Todas las noches hay protestas, ruido, caos. Vivimos en el desorden”, señaló David Schmidt, vecino de un edificio cercano al ICE.

El impacto político se hizo sentir más allá de Oregon. En Washington, el gobernador Bob Ferguson advirtió que su administración se prepara ante un posible despliegue federal. Desde Seattle, el alcalde Bruce Harrell calificó las declaraciones de Trump como “ilegales y autoritarias” y aseguró que buscan “intimidar al pueblo y silenciar la libertad de expresión”.

Desde el Congreso, las posiciones también se polarizaron. El senador republicano y cabeza del comité de Seguridad Nacional en la Cámara Alta, Rand Paul, declaró ante la CBS que, si bien preferiría evitar el envío de tropas, “hay un rol si los estados no actúan”.

Por su parte, Tricia McLaughlin, vocera del Departamento de Seguridad Nacional, defendió el operativo alegando que se busca “restablecer la ley” tras semanas de “violentos disturbios” en instalaciones del ICE, incluidos los ataques en Dallas. “No vamos a permitir que los terroristas ataquen a nuestras fuerzas de seguridad”, declaró en KATU.

Al contrario, el senador demócrata por Oregón, Ron Wyden, advirtió sobre informes “creíbles” de que el gobierno federal estaría repitiendo la estrategia de 2020. “Insto a los habitantes de Oregón a no caer en el intento de Trump de incitar a la violencia”, expresó el mandatario en un mensaje en sus redes.

En la misma línea, la senadora por Washington, Patty Murray, llamó a los líderes del país a rechazar la militarización de las ciudades. “Debemos oponernos a cualquier intento de convertir nuestras comunidades en escenarios de guerra interna”, apuntó la legisladora.


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