El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladímir Putin, mantuvieron este jueves una extensa conversación telefónica en la que acordaron celebrar una segunda cumbre para negociar el fin del conflicto en Ucrania, que tendría lugar en Budapest en una fecha aún por definir. La comunicación se dio en vísperas de la reunión de Trump con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien adelantó su intención de pedir el envío de misiles estadounidenses Tomahawk, un pedido que Rusia considera un “nuevo nivel de escalada” del conflicto.
La conversación, que se prolongó durante más de dos horas, fue descrita por el Kremlin como “muy sustantiva y franca”, mientras que Trump la calificó de “muy productiva”. Según Moscú, el contacto fue una iniciativa rusa destinada a “evaluar las posibilidades de una solución política y diplomática”, para lo que se coordinó la cumbre en Hungría, territorio del presidente Viktor Orbán, aliado de Trump.
El republicano, que anunció el acuerdo a través de su red Truth Social, sostuvo que el objetivo del encuentro será “poner fin a esta guerra ignominiosa entre Rusia y Ucrania”, tras sus anteriores intentos fallidos de mediar en el conflicto. “El presidente Putin y yo nos reuniremos en un lugar acordado, Budapest, Hungría, para ver si podemos alcanzar la paz”, escribió el mandatario estadounidense.
Cumbre en Budapest
Durante la llamada, fue Trump quien propuso celebrar un nuevo encuentro cara a cara, idea que fue apoyada “de inmediato” por Putin, de acuerdo con su asesor diplomático, Yuri Ushakov. “Los presidentes acordaron que los representantes de ambos países comenzarán sin demora los preparativos para la cumbre”, señaló el funcionario, que destacó el “ambiente constructivo” de la conversación.
El eventual encuentro en Budapest sería el segundo entre ambos líderes durante el actual mandato del republicano. El primero tuvo lugar en agosto en Alaska, sin resultados concretos, pero fue considerada por el Kremlin como un éxito diplomático al reabrir el diálogo directo con Washington.
Desde entonces, Trump alternó gestos de acercamiento y críticas hacia Moscú. Hace una semana alentó a Ucrania a “seguir luchando hasta derrotar a Putin”, aunque días después se mostró “muy decepcionado” con el mandatario ruso por su negativa a detener los combates. «Vladimir Putin simplemente no quiere poner fin a esta guerra«, afirmó Trump el martes.
Orbán celebró el anuncio y se ofreció como anfitrión. “La reunión prevista entre los presidentes estadounidense y ruso es una gran noticia para los pueblos amantes de la paz. ¡Estamos preparados!”, escribió en la red X. El dirigente ultranacionalista, uno de los pocos líderes europeos con lazos estrechos tanto con Trump como con Putin, reiteró luego que “Hungría es la isla de la paz” y confirmó contactos directos con el republicano de cara a la organización de la cumbre.
El problema de los Tomahawk
El diálogo telefónico tuvo lugar en medio de crecientes tensiones por la posibilidad de que Washington entregue misiles Tomahawk a Kiev. Trump deslizó esta semana que estudia autorizar el envío, lo que se interpretó como un giro en la estrategia estadounidense. Rusia advirtió que la medida constituiría una “grave escalada” del conflicto.
Putin reiteró ante Trump su oposición a la posibilidad de una entrega, advirtiendo que “no cambiaría la situación en el campo de batalla, pero dañaría considerablemente las relaciones bilaterales y las perspectivas de una solución pacífica”. Según fuentes rusas, el mandatario estadounidense respondió que evaluará el tema antes de su reunión con Zelenski.
La Casa Blanca adelantó que, antes de la cumbre, se celebrará una reunión de alto nivel encabezada por el secretario de Estado, Marco Rubio, para definir los lineamientos de la conversación con el líder ucraniano.
Durante su conversación, Trump agregó que el reciente alto el fuego en Gaza “puede servir de ejemplo para avanzar hacia la paz en Ucrania”. También mencionó que su esposa, Melania Trump, continuará participando en las negociaciones humanitarias sobre la reunificación de niños ucranianos separados de sus familias por la guerra, un gesto que Putin “recibió con satisfacción”.
El Kremlin, en tanto, subrayó que la conversación “marca un paso significativo hacia una reanudación del diálogo político al más alto nivel” tras años de relaciones bilaterales interrumpidas. “Ambos líderes coincidieron en que es necesario mantener contactos regulares”, afirmó Ushakov.
«Misiles por delante del diálogo»
Trump recibirá este viernes a Zelenski en la Casa Blanca, en lo que será su tercer encuentro bilateral desde su regreso al poder. El tema central será la asistencia militar y la eventual autorización para que Ucrania acceda a misiles Tomahawk y nuevos sistemas Patriot.
Zelenski llegó el mismo jueves a Washington junto a la primera ministra, Yulia Sviridenko, y el ministro de Defensa, Rustem Umerov. Según fuentes de su delegación citadas por AFP, el mandatario pretende “acordar un nuevo suministro de armas” y acelerar la entrega de equipos antes del invierno. Por su parte, la embajadora ucraniana en Washington, Olga Stefanishina, denunció que Rusia «eligió los misiles por delante del diálogo».
Altos funcionarios ucranianos se reunieron en los últimos días con fabricantes estadounidenses de armamento, entre ellos Raytheon, que produce los Tomahawk. Según medios locales, los industriales “esperan una señal política” de la Casa Blanca. Un funcionario ucraniano confirmó a AFP que el Tomahawk sería “el tema principal” del encuentro de este viernes. “Ucrania quiere pasar al ataque; voy a tomar una decisión al respecto”, dijo Trump el miércoles.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, advirtió que el envío de esos misiles “representaría un nuevo nivel de escalada” y afirmó que el ejército ucraniano “no podría mantener sus ataques contra infraestructuras rusas sin apoyo de los servicios secretos occidentales”, en declaraciones al canal ruso Izvestia, en las que apuntó directamente contra el Reino Unido, al que acusa de participar en la ofensiva ucraniana.
Ataques cruzados
Mientras tanto, el frente sigue activo. Ucrania lanzó durante la noche una serie de ataques con drones contra refinerías rusas, lo que provocó interrupciones en el suministro de combustible en varias regiones fronterizas. Según el Financial Times, la administración estadounidense colabora desde julio con Kiev en la planificación de estos ataques contra refinerías y fábricas militares rusas mediante información de inteligencia.
Los ataques ucranianos dejaron sin luz a unas 100.000 personas en la región ocupada de Jersón, informó el gobernador Vladímir Saldo. “Los terroristas de Kiev continúan los ataques dirigidos contra la infraestructura energética”, denunció el funcionario en Telegram.
Rusia respondió con una oleada de 320 drones y 37 misiles sobre distintas regiones ucranianas. La fuerza aérea de Kiev aseguró haber interceptado la mayoría, aunque reportó daños en infraestructuras energéticas en el este del país.
Fuentes rusas afirmaron que, durante la llamada, Putin reiteró ante Trump que las fuerzas de Moscú “mantienen la iniciativa estratégica” y acusó al ejército ucraniano de atacar “objetivos civiles e infraestructuras energéticas”. A pesar de las intenciones de paz, el conflicto se mantiene en una fase de alta intensidad, con ambos bandos apuntando contra objetivos energéticos y urbanos.
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