4 de noviembre de 2025

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Un León iluminado que homenajeó a su amigo

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Fue en el taller de Alejandro Marmo, un espacio casi secreto ubicado en la localidad de Fátima, partido de Pilar, un rincón del conurbano que de afuera solo deja ver algunas formas geométricas, placas de colores, tres pisos asimétricos. Allí, un público privilegiado que no excedía las cien personas tuvo la oportunidad de presenciar el jueves pasado un evento muy especial, que culminó en un recital de Leon Gieco, que el santafesino transformó en un homenaje a su querido amigo Hugo Soriani, el recordado director general de Página/12 que falleció en abril pasado.

Era casi una asignatura pendiente para Gieco y también para Marmo, que había conocido y entablado amistad con Huguito (como lo conocíamos quienes lo queríamos y lo apreciábamos, incluyendo este cronista), imaginando eventos y acciones artísticas que en muchos casos incluían al cantante, y no llegaron a realizarse por la prematura partida del escritor y periodista. Soriani había inaugurado en Madrid, en 2022, las obras de Marmo, Malvinas iluminadas, Alfonsín iluminado y El Pañuelo iluminado.

Marmo es un plástico y escultor, que trabaja con el hierro y materiales de descarte, y su obra más conocida son los murales de Evita ubicados sobre el Ministerio de Acción Social en la Avenida 9 de Julio, pero también otras como El abrazo, ubicada en el Aeropuerto Internacional Leonardo Da Vinci, de Roma, y el Cristo Obrero y La Virgen de Luján con descarte que fueron instaladas en 2014 en el Vaticano, a través de su relación con el Papa Francisco, que se remonta a cuando Jorge Bergoglio era Arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires.

Gieco con Alejandro Marmo. 

Uno de los eventos que Marmo suele producir en su taller se llama De arte no entiendo nada, con el auspicio del Grupo Octubre, donde confluyen charlas, exposiciones, intervenciones artísticas y en muchos casos, la presentación de algún artista conocido, aunque sin anunciarlo previamente. Algunos de los que pasaron fueron Adriana Varela, La Bersuit, Baglietto-Vitale, los Charros, Kevin Johansen ¡y hasta Moria Casán! Los asistentes son los amigos y quienes concurren habitualmente al taller, que saben que se van a encontrar con algo interesante.

En esta ocasión, el motivo era la presentación de la obra León Iluminado, que va a ser ubicada en las fachadas del Estadio Obras, el día del cumpleaños del músico. Otra obra gemela será destinada al Espacio León Gieco, el museo que el artista ha establecido en Cañada Rosquín.

En el Estadio Obras ya existen otras esculturas de Marmo, como las de Luis Alberto Spinetta y Gustavo Cerati, que forman parte de la serie “Somos Rock”, cuyo propósito, explica Alejandro, es “mostrar a las nuevas generaciones la historia del rock nacional”. Continúa hablando de su admiración por Gieco, y añade que es el primer artista de rock viviente que integra este proyecto, por la influencia y alcance de su trabajo.

En un ambiente distendido y atento, además de muestras de telares y un proyecto de energía sustentable (Generatec), las actividades incluyeron un panel cuya temática era la función del arte como transformador social y la sinergia entre el arte y el trabajo, algo que está permanentemente presente en las preocupaciones de Marmo (otro de sus proyectos es “Arte en las fábricas”). Participaron la licenciada María Ortiz Suárez, el fotógrafo y artista visual Alfredo Srur, y la cantante Celsa Mel Gowland, que preside la Fundación Casa de la Música, que será la primera vivienda comunitaria para personas músicas mayores. Hubo también algunas canciones, a cargo de Mawgui, Hernán Colombo y la actriz y cantante Nancy Anka.

Luego de descubrir la obra León Iluminado, con unas breves palabras de su creador, parecía que el evento había concluído, pero en realidad recién estaba empezando.

Sin mucho prólogo, León entró vestido de negro como es habitual, guitarra en mano y el atril con la armónica en su cuello, para ubicarse debajo de la obra que lo retrata, mientras dos pantallas a sus costados mostraban a un joven artista en el Festival B.A.Rock de 1972, cantando la emblemática “Hombres de hierro”, esa canción inspirada por el Mendozazo que se convirtió en un himno contra la represión. León se une a su yo más joven cantando y tocando, y la yuxtaposición es asombrosa. No se trata de AI, realidad aumentada ni hologramas, es simplemente la imagen captada en el viejo film de 35 mm por el director Aníbal Uset para la película Hasta que se ponga el sol, junto a un Gieco en tiempo presente que, al igual que lo hizo en esa ocasión, provocó un torrente de aplausos.

Fue el inicio de un viaje emocional, artístico y testimonial de más de 100 minutos, que llevó a través de la historia personal del músico, del país y de Latinoamérica, que es también la de todos.

León dijo “estoy muy orgulloso de estar acá”, para pasar a explicar algunas particularidades de su álbum más reciente, El hombrecito del mar -por ejemplo, haber unido a Roger Waters y Víctor Jara en una canción-, y cantar un tema incluido como bonus track en la edición en vinilo. “Días peligrosos”, dedicada a Piero, quien se salvó de ser secuestrado escondiéndose un par de horas antes de que los militares allanaran su casa, para luego salir clandestinamente hacia Uruguay. Otra, “Las ausencias”, está inspirada por una de las Madres de Neuquén, que invitó a León a comer contándole que su hijo también había venido a comer a su casa, “cerró la puerta y no lo vi más”.

Sigue con “El orgullo”, y las historias reales de personas marginadas, secuestradas o discriminadas, que consiguen elevarse por encima de sus historias individuales para mostrar “el orgullo de ser quien soy”.

Viene la extensa “Los Orozco”, a la que Gieco propone como “un ejercicio contra el alzheimer”, cantándola a un tempo aún más rápido que el de la versión original.

A lo largo de las tres canciones siguientes, desfilan fotos de la gente que ha conocido, con la que ha compuesto, cantado y grabado a lo largo de su historia, proponiendo un ejercicio colectivo de adhesión. A través de “Cachito, campeón de Corrientes”, “El país de la libertad” y “El fantasma de Canterville” (“que Charly me la dió para que yo la cantara, aunque no los derechos de autor”, explica risueño), desfila una increíble cantidad de personalidades, que condensan la historia colectiva de los últimos 50 años. Osvaldo Pugliese, Lula, Pepe Mujica, Joan Baez, Metallica, Gustavo Santaolalla, Cuchi Leguizamón, Horacio Guarany, Taty Almeida, Nora Cortiñas, Estela de Carlotto, Chico Buarque, Pablo Milanés, son solo algunos de los más aplaudidos, para culminar con Mercedes Sosa (“cuánto le debo”, comenta León, que lleva puesta una remera de la cantante).

Luego Gieco habla de Mundo Alas, su gira de conciertos con personas de capacidades diferentes, documentada en la película homónima, focalizándose en uno de los artistas más conocidos, Pancho Chévez, con historias graciosas y a la vez emocionantes. También recuerda la actuación de este colectivo artístico en el Luna Park en 2007, como parte de los festejos por el 20° aniversario de Página/12. El tema elegido es “Carito”, compuesto con Antonio Tarragó Ros.

El cantautor tiene el don de hablarle a la gente como si fuera una charla íntima entre amigos, consiguiendo que cada uno se sienta interpelado como si el diálogo fuera de persona a persona. Llega el momento de relatar otra epopeya, De Ushuaia a La Quiaca, de 1984, remarcando la variedad musical del folclore argentino, y recordando esa aventura con dos hermosas canciones, el yaraví “Canto en la rama” y el carnavalito “Las hojas tienen mudanza”.

El concierto sigue con otro himno, “La memoria”, con imágenes de los desaparecidos y su estremecedora elocuencia.

Ese conmovedor testimonio sobre nuestra historia reciente es también la antesala del homenaje, a “la persona que me presentó este lugar”, explica León, recordando la figura de Hugo Soriani, con la presencia de su compañera, Laura Kornblihtt, y su hija, Paula Español. Un video recopila imágenes de toda la trayectoria de Huguito, muchas de ellas en compañía del cantante. El tema que acompaña estos recuerdos es “Canción para luchar”, incluida en Bandidos rurales, cuya letra renueva su vigencia: “Canción para cantar unidos y haciendo frente/ a la intolerancia ciega de unos pocos dementes/ que arrastran en su discurso la sangre de un pueblo débil…”.

Ya en el final, es hora de distender un poco el clima. Gieco convoca a su “technical man”, Diego Smolovich, para que lo acompañe en “La cultura es la sonrisa” y “Pensar en nada” (¡donde se cuelga un atril para tres armónicas!).

La entrega desplegada por el artista ha sido tan intensa que a nadie se le ocurre reclamar un bis, pero León vuelve de motu propio para contar la historia de su tema más identificatorio, “Solo le pido a Dios”, y cantarla con todos.

Fue un raro privilegio, ya que Gieco no está dando conciertos como solista, y se presenta solo en actuaciones a beneficio o en apoyo de ciertas causas. Pero la evocación de Soriani consiguió que produjera este raro milagro, un concierto que “no olvidaremos fácilmente”, para usar sus propias palabras.

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