18 de noviembre de 2025

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Viaje al alma de una número uno: luces, sombras, identidad y legado de Garbiñe Muguruza

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Transcurre un instante clave del miércoles 6 de septiembre de 2017. La tensión es absoluta. La ansiedad, inaguantable. La tenista estadounidense Coco Vandeweghe se dispone a servir, con un match point a favor. Lidera el marcador 7-6 y 5-3 en los cuartos de final del Abierto de Estados Unidos frente a la checa Karolina Pliskova, la número uno del ranking mundial de la WTA.

La tensión crece en el imponente estadio Arthur Ashe del Billie Jean King National Tennis Center, en Nueva York. El foco, sin embargo, no radica allí, sino a más de 6.200 kilómetros al este. La inquietud se vuelve insostenible en un domicilio de Ginebra, en Suiza. La rigidez parece incrementarse ante cada respiración. Hasta que un microsegundo lo descomprime todo: la devolución de drive de Pliskova descansa en la red. Entonces el nerviosismo le cede su espacio al silencio. Acompañada por su madre Scarlet Blanco y su hermano Igor, y rodeada de las montañas de Los Alpes, Garbiñe Muguruza acaba de saberlo: dentro de cinco días, el lunes 11 de septiembre, será la número uno del mundo.

«Fue un momento muy especial, casi irreal. Recuerdo que estaba en casa con mi madre y mi hermano, y dependía de varios resultados de partidos que se estaban jugando esa semana. Al confirmarse la noticia hubo un silencio de emoción, de esos que te dejan sin palabras», rebobina en su mente la ex tenista española, en una entrevista con Página/12 en simultáneo con su nueva función en el tenis: desde 2024, la temporada de su retiro, se desempeña como la directora del WTA Finals, el Masters que reúne a las ocho mejores tenistas de la temporada.

Nacida en Caracas el 8 de octubre de 1993, decidió representar a España, el país donde se formó como tenista y cuya nacionalidad heredó de su padre José Antonio. Campeona en Roland Garros 2016 y Wimbledon 2017, y ganadora del certamen que ahora dirige en Guadalajara 2021, se convirtió en una de las 29 singlistas número uno del mundo aquel 11 de septiembre de 2017 y se mantuvo en la cima durante cuatro semanas. Pasaron más ocho años y Muguruza está retirada desde los 30. Tomó la decisión en abril de 2024 para priorizar su «equilibrio emocional». Ya no jugaba desde febrero de 2023 y, respecto de aquel entonces, alguna vez expresó: «Recibí el descanso con los brazos abiertos y cada día que pasaba me sentía mejor». Ahora se encuentra en Riad, capital y ciudad más poblada de Arabia Saudita. Horas después de posar en la cancha central del King Saud University Indoor Arena junto con la campeona Elena Rybakina y a la finalista Aryna Sabalenka, responde las consultas de este medio.

-¿Cómo es tu nuevo rol en el tenis, con este papel nada menos que en el WTA Finals? ¿Cómo lo vivís desde adentro?

-Me siento muy feliz y profundamente agradecida. Asumir este rol es una nueva etapa en mi vida, y la vivo con la misma pasión con la que competía en la pista. Es un desafío enorme, pero también una oportunidad muy bonita para seguir contribuyendo al tenis femenino desde otro lugar. Ver cómo todo el trabajo de meses se transforma en un torneo que celebra el talento y la historia de nuestras jugadoras es algo que me llena de orgullo. Como jugadora no sabes todo lo que conlleva organizar un evento de esta envergadura: una está centrada en entrenarse y competir… pero hay muchas cosas que preparar y tener en cuenta. Es un proceso de aprendizaje muy interesante.

-Te llevo de viaje a tu momento de apogeo: ¿qué pensaste apenas supiste que serías la número uno del mundo? ¿Qué imágenes llegaron a tu cabeza?

-Se hizo silencio y lo primero que pensé fue todo lo que había recorrido: los entrenamientos interminables, los viajes, los momentos de duda. Pero también la satisfacción de ver que todo ese esfuerzo había valido la pena. Ser número uno del mundo no es sólo un número, es el reflejo de una historia de dedicación y resiliencia. Me fundí en un largo abrazo con mi madre, que desde chiquita confió en mi y me llevó de torneo en torneo.

Muguruza, junto a la campeona Rybakina y la finalista Sabalenka. Imagen: AFP.

-¿Cómo fue la decisión del retiro, ahora vista en retrospectiva, y cómo lo trabajaste de tan joven sobre todo desde el lado de la salud mental?

-Fue una decisión muy meditada, pero también muy natural. Sentí que había cerrado un ciclo y que era el momento de mirar hacia adelante con serenidad. El retiro no es fácil para ningún deportista, porque implica dejar atrás una parte de tu identidad, pero prioricé mi bienestar y mi equilibrio emocional. La salud mental en el deporte es fundamental. Me alegra ver que hoy se hable de ella con más apertura.

-Si tuvieras que retroceder en tu vida, ¿de qué manera recordás, desde el costado sentimental, tu decisión de jugar para España y qué lugar ocupa Venezuela en tu vida?

-Lo recuerdo con mucho cariño y con una enorme gratitud hacia ambos países. España es el país de mi padre, fue donde crecí y me formé como tenista, pero Venezuela es mis raíces, mi familia materna, mis primeros recuerdos. Siempre he sentido que llevo las dos banderas conmigo. Y eso me ha dado una identidad muy rica y especial. Representar a España fue un honor, pero Venezuela siempre ocupa un lugar muy profundo en mi corazón.

-¿Cómo analizás el presente del tenis femenino internacional?

-El tenis femenino vive un momento apasionante. Hay una generación joven con muchísimo talento y una competitividad impresionante, con jugadoras como Mirra Andreeva, Alexandra Eala y Victoria Mboko, lo que hace que cada torneo sea impredecible y emocionante. La diversidad de estilos, nacionalidades y personalidades enriquece al circuito y lo vuelve más global que nunca.

-¿Y qué palabras podrías brindar para la actualidad de Argentina?

-Siempre he admirado la garra de Argentina, su espíritu de lucha y su amor por el deporte. Hay jóvenes promesas que están creciendo muy bien. Creo que, con el apoyo adecuado y el trabajo continuo, volveremos a ver grandes nombres de Argentina brillando en el circuito. Los nuevos torneos WTA 125 que se juegan en Argentina y en América Latina pueden ser una clave para que estas jóvenes talentosas argentinas puedan crecer en el ranking y ganar experiencia en casa sin tener que viajar lejos de sus seres queridos. Eso siempre ayuda mucho, por que el circuito es muy exigente. Gabriela (Sabatini) dejó un gran legado y Solana (Sierra; 66ª del mundo), (Lourdes) Carlé (128ª) y Julia Riera (170ª) están trabajando bien para seguir creciendo.

-Para cerrar, ¿cuál creés que es tu legado en el tenis y cómo te ves en el futuro?

-Espero que mi legado sea haber demostrado que con determinación, trabajo y pasión se puede llegar muy lejos. Siempre quise inspirar a otras niñas a creer en sí mismas, sin importar de dónde vengan. En el futuro me veo ligada al tenis, ayudando a que crezca, apoyando a las jugadoras y contribuyendo a que el deporte femenino tenga cada vez más visibilidad y reconocimiento. Hoy, desde mi rol en las Finales de la WTA, siento que puedo seguir aportando mi granito de arena para que el tenis femenino pueda seguir inspirando al mundo.

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